Un triunfo carísimo. Derrotamos 2-0 a Budín Gandín pero
quizás perdimos por varias fechas a Vaguinho, nuestro mejor jugador, tras una
entrada salvaje en el inicio del segundo tiempo.
El equipo ganó bien y el resultado no se discute bajo
ningún concepto. Como suele suceder, el aurinegro manejó el ritmo del partido y
contó con chances para aumentar. Sin embargo, a diferencia de la fecha pasada,
jugó acelerado. Sin pensar. No hubo transición. Defensa y ataque, sin pase
previo por los mediocampistas.
Guido Sebesta aprovechó una excelente habilitación de Diego Caso
para el 1-0, mientras que Patricio Salvemini recurrió a su “bobona” histórica para
sentenciar el score.
Antes y después de esos goles, la locura rival: insultos y corridas a los dos jueces (hubo que cambiar de árbitro en el entretiempo debido a las airadas protestas). El juego se desnaturalizó y pese a tener dos hombres más en el campo de juego el resultado final no se modificó. Un triunfo sin brillo. Sin festejo. Sin alegría.
Antes y después de esos goles, la locura rival: insultos y corridas a los dos jueces (hubo que cambiar de árbitro en el entretiempo debido a las airadas protestas). El juego se desnaturalizó y pese a tener dos hombres más en el campo de juego el resultado final no se modificó. Un triunfo sin brillo. Sin festejo. Sin alegría.